miércoles, 11 de junio de 2008

La bodega más pequeña, creo







En las profundidades de un barranco, en el pueblo de El Batán (aunque en realidad se le conoce como Los Batanes, uno de arriba y otro de abajo), en la zona noreste de la isla de Tenerife, acabo de encontrar la bodega más pequeña de España, creo, con 40 metros cuadrados en el que cabe todo y, por supuesto, buen vino a partir de la variedad listán negro. Cuevas del Lino ()D.O. Tacoronte, subzona Anaga) se llama la elaboración de esta casa, y probamos la añada 2006, sin paso alguno por madera y con suficiente fruta, una acidez más ajustada de lo que es habitual en esta uva y buena estructura. Javier González (en una de las imagenes junto al autor de estas líneas dentro de su bodega) es el responsable junto a su padre de la magia que desprende en lugar. Nunca habíamos catado sentados en bancos de piedra, con una mesa de idéntice material, y en el horizonte terrazas y terrazas de viñedos que descienden amparadas por las paredes de la montaña. Una experiencia que pernoctará en la memoria

miércoles, 4 de junio de 2008

La curiosidad de la juventud


Curiosa juventud. Mujer de 25 años que nunca apreció el primer aroma como un primer amor y nunca en el sorbo de un vino encontró el placer de un beso. Hombre, aún menor, que siempre buscó el vino cuando hubo queso alrededor. Curiosa juventud. Si de algo sirvió el experimento, con un gran reserva de Rioja y un espléndido Cariñena nacido de cabernet sauvignon, syrah y merlot, habrá prolongación. Catamos un Montecillo gran reserva de 1991 y un Longus. Entre medias, un Ricardo I, un Ribera del Duero bien joven, pero que aportó calma y llenó de fruta el ambiente. Mujer de 25 años con el Longus se quedó. Hombre, aún menor, el Rioja prefirió. La mujer ya sabrá que en esto del vino siempre hay un primer amor. El hombre, que no sólo hay queso. También, jamón. Y una conclusión: el vino siempre es pasión.

domingo, 1 de junio de 2008

Vinos ni con casera



Palacio de los Guzmanes Cuvée 2002, Don Suero reserva 2000, Lealtanza reserva 1999, Piteos 2006 y Casar de Burbia 2004. Uno de los cinco, en el transcurso de la botella a la copa la imagen de un líquido con tintes de espesura (un marrón muy oscuro más que un color cereza o picota) te echaba atrás. Y luego se demostraba que con razón. Dos no pasaban ni la prueba de los primeros aromas en nariz. Un cuarto aguantaba un sorbo, poco más. Y el quinto (Casar de Burbia) tenía un pase, permitía una copa, y ya. Prueba realizada a la hora de comer, con premio al final. Poder coger el coche para ir a trabajar sin haberte tomado dos copas de vino después de haber abierto cinco botellas. A veces, y con todo la buena predisposición que uno tiene cuando de vino se trata, te encuentras con líquidos tintos, encerrados en una botella, que no sirven ni para tomar con casera. Más aún, cuando en una de las contraetiquetas se puede leer "envegecido". Es una pena que las D.O. den el visto bueno a tamañas aberraciones.


PD. Adjunto imágenes algo desenfocadas (hechas con el móvil) de dos de los protagonistas de esta cata singular